
Pedro Marrero | @marrero_pedro
El cielo de La Laguna empieza a ser más limpio. Algo más de un tercio, avanzando hacia la mitad, de las bombillas que alumbran la noche lagunera son LED. Porque, uno de los agentes contaminantes del cielo, además de las chimeneas y los tubos de escape, es la luz artificial. A estas alturas ya deberíamos saber el daño que ocasiona la contaminación lumínica. Pues eso, que estamos en ello. A lo largo de 2023 ya debería estar solucionada, al menos, la mitad del problema.

En Bajamar, por ejemplo, se instalaron a principios de año estas bombillas con filtros ámbar. Esto supone que podemos disfrutar mejor del cielo nocturno y que además dejamos de lanzar al mismo unas 3,2 toneladas de dióxido de carbono. Por no hablar del ahorro en la factura de la luz. 2.000 euros según el ayuntamiento solo en Bajamar. 100.000 euros en total, de momento, es lo que ahorran los ciudadanos laguneros cada año con la instalación de las citadas luminarias, que resisten mejor la corrosión marina.
Pero, sobre todo, el impacto medioambiental del que hablamos es el motivo de la lucha. Sumarse a la reducción del consumo eléctrico es un paso. Insuficiente, pero paso adelante al fin y al cabo. Y dejar de molestar a especies como la pardela cenicienta otro más, y muy importante. Porque, por si no nos acordamos, en Canarias existe una Ley del Cielo y hay que cumplirla. Y el Gobierno local se enorgullece de ajustarse a ella con sus actuaciones.

Luego, y también importante, está el aspecto del entorno. Por poner un ejemplo, las modestas fotos que acompañan este artículo están hechas con un móvil. Simplemente. La luz que proyectan las farolas no encandila tanto y esto nos permite apreciar mejor uno de los rincones más atractivos de la costa lagunera. Las imágenes están tomadas al atardecer, pocos minutos antes de que cayera la noche, sin emplear más que los ajustes por defecto de la cámara del smartphone.