Molino de Gofio Raúl, como siempre

Yanira Hernández y César Rodríguez dirigen este centenario negocio tejinero y celebran el reciente reconocimiento: "Es algo bueno. Nunca habíamos recibido algo así"

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Yanira Hernández y César Rodríguez constituyen la quinta generación de Molino de Gofio Raúl. / Pedro Marrero
Yanira Hernández y César Rodríguez constituyen la quinta generación de Molino de Gofio Raúl. / Pedro Marrero

Pedro Marrero | @marrero_pedro

Un molino de gofio es mucho más que un lugar donde se produce el alimento-identidad, con permiso del plátano, de Canarias. El molino de gofio representa a nuestras islas, a nuestra cultura y a nuestra gente. Quedan unos 40 y dos están en La Laguna. Ambos son centenarios y uno de ellos está en Tejina.

Molino de Gofio Raúl es un lugar donde el tiempo parece haberse detenido. Sacado de los años 80, o de los 70, sin ordenadores a la vista, está ubicado en una casa antigua, como Tejina, como La Laguna. Aunque no es su primer emplazamiento. Al principio, mucho antes de su fecha oficial de nacimiento (1917) era un molino de viento.

Cinco generaciones han mantenido el Molino de Gofio Raúl a lo largo de más de un siglo. / P. M.
Cinco generaciones han mantenido el Molino de Gofio Raúl a lo largo de más de un siglo. / Pedro Marrero

Yanira Hernández dirige, junto a su marido, César Rodríguez, el molino como lo ha hecho su familia durante cinco generaciones. Hace pocas fechas recogió en el Teatro Real un reconocimiento que demuestra el buen hacer durante más de un siglo. “Es algo bueno que te reconozcan el trabajo. Nunca habíamos recibido algo así”, comenta Yanira Hernández. En el emotivo evento se entregaron galardones a los comercios más longevos del municipio, que formarán parte de una publicación sobre las empresas laguneras más antiguas.

César Rodríguez nos enseña las instalaciones. / P. M.
César Rodríguez nos enseña las instalaciones. / Pedro Marrero

Yanira nos cuenta cómo se enfriaba el grano antiguamente: “Había que dejarlo fuera para que se pudiera enfriar y los niños aprovechaban para robar puñados. Ese grano doble tostado aún lo vendemos. Se mezcla con almíbar y queda muy bueno. El gofio de trigo es el que más nos piden, el de toda la vida. Pero se supone que el primero es el de espelta, que es un trigo antiguo, más natural”.

El Molino de Gofio Raúl usa “las mismas piedras y las mismas tostadoras” de siempre, nos confirma César, quien estuvo en Teatro Leal junto a su esposa. “Me dio pena por mi suegro, que estaba en la península y no pudo venir. Hacía falta un reconocimiento así. Nos da prestigio. Tanto mi suegro como su padre, su abuelo y su bisabuelo nunca recibieron reconocimiento alguno. Se quedó apenado por no poder estar”, relata.

“Ahora se está empujando un poco más al comercio local, ya que hay mucha competencia. Están construyendo un gran supermercado aquí en Tejina, pero van a poner un mercadillo del agricultor en él”, explica César, quien insiste en la necesidad de impulsar el la agricultura local.

Al Molino de Gofio Raúl no solo va la gente a comprar el preciado producto en su extensa variedad, también acuden productores a tostar su grano. A Tejina viene gente de toda la isla en busca de la magia de este molino. Tener aparcamiento propio también ayuda, aunque el verdadero reclamo publicitario es llevar más de un siglo, cinco generaciones, dejando satisfechos a los fieles clientes.

Cruzar la puerta y encontrar a Yanira y César casi escondidos en una nube de gofio, esperar unos instantes disfrutando del aroma y salir con una bolsa de gofio tibio es toda una experiencia. Así ha sido siempre, durante 105 años al menos.