Pedro Marrero | @marrero_pedro
La librería Tenifer, toda una referencia cultural en La Laguna, acumula más de tres décadas de servicio a muchos, muchísimos, amantes del libro. Este viernes, 23 de abril, día Internacional del Libro, nos parece el momento perfecto para contarles algo más sobre un lugar con encanto, con historia, con muchas historias. Resumimos diciendo que su fundador, Lorenzo Pérez, cumplió su sueño siendo muy joven. Hoy, 34 años más tarde, lo mantiene vivo, más que nunca, junto a Miguel Hernández, que forma parte fundamental de la familia Tenifer desde hace mucho tiempo.

Nos presentamos en la librería una tarde de mucho sol. Aún faltan unos minutos para que abra sus puertas y, con paso apresurado, aparece Miguel. No quiere hacer esperar al pequeño grupo de clientes que merodea por los alrededores desde hace un rato. No son las cuatro y media pero ya estamos dentro. Hemos llegado incluso antes que Lorenzo, que llega a las 16.30 en punto. Lejos de venirse abajo por la situación, por la pandemia, por la crisis anterior, porque los libros ya no se venden y por más cosas, Lorenzo y Miguel han sacado fuerzas para trasladar este histórico punto de encuentro literario un par de locales más abajo, en el número 32 de la calle Pedro Zerolo.
Se puede decir que está donde siempre. Si alguien va buscando la ubicación antigua verá el cartel amarillo a dos palmos de donde estaba antes. Es este uno de los muchos rincones de La Laguna que permanece inalterable desde hace 30 o 40 años. Y 50. Lejos del casco histórico pero frente a los jardines de la Universidad. Por encima de la gasolinera. Por debajo de la vieja casa que hace esquina, con su muro, también viejo, repintado mil veces.

No fue necesario realizar demasiados cambios. Con un lugar donde ofrecer un “mejor servicio”, tal y como apunta Miguel, bastaba. Aunque, reubicar más de 42.000 libros no es tarea fácil. Sigue siendo un quebradero de cabeza para Lorenzo, que recorre el local una y otra vez colocando y ordenando. Y para Miguel, que atiende a cada cliente como se atiende a un amigo, antes de hablar con La Laguna Tf durante unos minutos.
Miguel es un libro abierto. Hablar con propiedad de un autor, de dos, de cien, de sus obras, no está a alcance de todo el mundo. Hay que documentarse mucho, durante mucho tiempo, y amar lo que se hace. Lorenzo conoce al dedillo su negocio, su vida, pero prefiere ceder el primer puesto en el podio intelectual a su compañero de librería, quien despide a un nuevo cliente satisfecho. “Tenemos todo tipo de clientela. Algunos vienen buscando libros a buen precio para sus hijos, otros son universitarios, pero el cliente que más me apasiona es aquel que es como un peregrino, que viene buscando un libro especial, un título que ya no se edita. Intentan encontrar pequeñas perlas. Hay gente que viene desde hace 30 años y ahora nos trae a sus hijos o sobrinos”, nos cuenta.

Tenifer es una librería de segunda mano. Pero, a diferencia de otros artículos usados que pueden encontrarse en multitud de negocios, un libro no pierde valor, pese a ser más barato que uno recién salido de la imprenta: “Hay libros de segunda, tercera o cuarta mano que vienen incluso con atrezo y eso lo respetamos. Hay libros de principios del siglo XX que tienen algún ticket de metro de esa época, por ejemplo, de algún lugar de Europa, o con alguna dedicatoria”.
Miguel Hernández es un apasionado de la literatura, por si a estas alturas no ha quedado claro: “No puedes tener una perspectiva de negocio en una librería de segunda mano si no te cunde en otros aspectos de tu personalidad. Es como quien se dedica a la música”. Y también está enamorado de La Laguna. “Espero que Tenifer signifique para La Laguna una milésima parte de lo que La Laguna significa para nosotros”, afirma antes de negarse tajantemente a cobrarnos un ejemplar de Mareas Brujas, de Víctor Álamo de la Rosa. Gracias Lorenzo, gracias Miguel, y feliz Día Internacional del Libro.